A medida que nos adentramos en el mundo de la Web3, la tecnología blockchain puede contribuir a que los negocios del futuro sean más fiables, ágiles y creíbles.
Los contratos inteligentes pueden abrirte las puertas de la Web3. [Irina_Strelnikova / Getty]
Si quieres entender cómo la tecnología blockchain puede aportar confianza absoluta a una transacción comercial, imagina por un momento que eres un agricultor que quiere contratar una póliza de seguro para proteger sus cosechas de determinados fenómenos meteorológicos.
Tu póliza estipula que si llueve más de 425 metros cúbicos en un periodo de seis meses, la aseguradora debe pagarte 250 000 euros. Te gusta la oferta, consultas con un abogado para que revise las condiciones y finalmente contratas la póliza.
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Entonces llueve, y llueve a raudales. Y el agua destruye tus cultivos. Llamas a tu compañía de seguros y pides que te paguen, pero los agentes de la aseguradora no están de acuerdo. No creen que hayan caído 425 metros cúbicos en tu granja. O quizá piensan que ha llovido mucho debido al cambio climático, y que ellos no son responsables de ello.
Es posible que puedas ganar este litigio, pero para ello se necesitarían dos cosas: dinero para abogados y un sistema jurídico que funcione bien y sea capaz de arbitrar entre tu abogado y el de la aseguradora. Es decir, muchos intermediarios y laberintos burocráticos en el camino de tus 250 000 euros.
¿No sería más fácil si simplemente hubiera un código que controlara los datos climáticos y transfiriera automáticamente 250 000 euros a tu cuenta si las condiciones climáticas alcanzan un determinado nivel? Sin mediaciones. Sin factores subjetivos. Solo un código con los datos.
La tecnología blockchain está pensada exactamente para eso y, a su vez, crear lo que los expertos denominan un «entorno sin confianza». Esto no significa que la Web 3.0, también conocida como Web3, el entorno de Internet basado en sistemas blockchain descentralizados , sea un lugar hostil donde solo puedes contar contigo mismo. Al contrario: se trata de un entorno en el que el concepto de confianza desaparece porque la cadena de bloques realiza la función de verificación que normalmente gestionan costosos intermediarios, como agentes inmobiliarios, bancos o abogados, pero con una objetividad e inalterabilidad intachables.
Los contratos inteligentes
La tecnología que hay detrás de todo esto se llama «contrato inteligente» y permite llevar a cabo una transacción o un acuerdo entre dos partes sin necesidad de una autoridad central, un sistema legal o un mecanismo externo que vele por su cumplimiento.
En el mundo analógico existen algunos precedentes rudimentarios de este tipo de contratos. Pensemos en una máquina expendedora, por ejemplo, alimentada por un pequeño código con un solo propósito: distribuir aperitivos. Puede que no veamos el código dentro de la máquina, pero está ahí, esperando que alguien como tú inserte una moneda. En cuanto lo haces, el código se ejecuta, comprueba si la moneda es válida y libera el aperitivo. El código gestionaba toda la transacción entre el comprador y el vendedor.
Pero una máquina expendedora y un contrato inteligente no son lo mismo. La mayor diferencia se refiere a la cuestión de la propiedad. Aunque la máquina expendedora se basa en un código para distribuir tu aperitivo, ese código es propiedad de la empresa de la máquina expendedora y es ella quien lo ejecuta. Si un día introduces un euro y tu aperitivo no aparece, solo te queda recurrir a los datos de la empresa de máquinas expendedoras (o a un empleado de esa empresa) para resolver el asunto.
Lo que hace el contrato inteligente es eliminar esa zona gris, y ahí está su valor diferenciador y revolucionario. A diferencia del código de la máquina expendedora o de cualquier código propiedad de tu compañía de seguros, un contrato inteligente no lo ejecuta una autoridad central, sino que existe porque una enorme red de ordenadores distribuidos se ha puesto de acuerdo para cooperar y ejecutar los fragmentos de código que componen la transacción.
Nadie puede alterar ni eliminar el código dentro de un contrato inteligente, ni siquiera su creador original. Esto se debe a que cada transacción o bloque de datos de la cadena está etiquetada con su propio «hash», un conjunto único de caracteres que actúa como una especie de huella digital de los datos. Si se altera un solo byte del bloque de datos, se genera un hash completamente nuevo. Además de tener un hash propio y único, cada bloque de datos contiene el hash único de la transacción anterior, de modo que se crea una cadena de bloques.
Los contratos inteligentes garantizan la fluidez de las transacciones
Esto es lo que queremos decir con inalterabilidad. Si retrocediésemos e intentásemos cambiar un solo carácter de una transacción, todas las demás transacciones de la cadena de bloques no se calcularían correctamente. Los nodos se darían cuenta de inmediato y el infractor debería rendir cuentas. Por lo tanto, los datos no pueden modificarse nunca. Una vez que se verifica y se añade a la cadena de bloques, está ahí para siempre.
Estas propiedades del contrato inteligente crean un increíble nivel de transparencia y confianza para el comprador, algo que podría alterar todos y cada uno de los sistemas actuales en los que existen intermediarios.
¿Llegará a ocurrir? Todavía no lo sabemos. La tecnología blockchain aún está en sus inicios y se enfrenta a grandes problemas, como la sostenibilidad. Además, es evidente que los intermediarios tratarán de defenderse. Pero la democratización tiene la manía de acabar imponiéndose y, si fuéramos inteligentes, no deberíamos descartar el potencial de esta tecnología. Lo aconsejable sería seguir atentos a ella y buscar oportunidades para ayudar a los clientes cuando se adentren en este nuevo futuro «sin confianza».
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